PRI con lo mismo
El PRI no está de regreso porque nunca se ha ido. Desde la gran pantomima de la alternancia en la presidencia de la República vimos a un tal Vicente Fox obligado a conservar a algunas tepocatas prietas como parte de su gabinete (para no desentonar mucho), y a proteger a otras en las gubernaturas.
Sin embargo, quedó descabezada desde entonces la estructura vertical del priísmo old fashion, problemática, que desembocó en un desmembramiento del partido que, antaño omnipotente, corría como gallina renga, hasta la toma de conciencia de la disciplina como camino de recuperación al mando de Beatriz Paredes. En este ambiente, los gobernadores priístas se percatan de su posición especialmente privilegiada entre las filas a falta de un abanderado rector.
Para el 2006, con la total falta de esperanza del PRI de llegar de nuevo a la presidencia de la República, el PAN se adjudicó a la gatoparda sindical, otrora exaltada PRInosauria, que le sirvió como “operadora electoral” (léase mapache) para dar la batalla contra el movimiento nacional encabezado por López Obrador. Ya consumado jurídicamente el fraude electoral, el PRI fungió como facilitador del ascenso de Calderón.
“El PRI, no tiene de qué avergonzarse. No hemos asumido un papel de legitimador, pero tampoco de desestabilización. Nos vimos obligados a aceptar los resultados de una elección fraudulenta en 2006, que impuso a un presidente en donde estábamos nosotros en la disyuntiva de reconocerlo o desconocer las instituciones; frente a ello, el PRI acudió a asumir su responsabilidad en la asunción de Calderón como presidente.”
–Fernando Castro Tentri, senador del PRI, julio 14 de 2008.
Y resulta que el panismo, arrogante y torpemente (¡colosal eufemismo!) “empoderado”, gobernó con los pies y bajo la sombra de todos los mecanismos caciquiles del PRI, que tenía aúnen su haber a los sindicatos charros y demás chuladas, lo cual obstaculizó en los hechos y en la cotidianidad a los gobiernos panistas, que ingenuamente vieron un salvavidas en su alianza natural con la jerarquía católica y los empresarios, pero cruda y fatalmente como se escucha, no hay gobierno sin PRI.
En estas elecciones intermedias, la ciudadanía, enojada (por decir lo menos) por el embate a la economía popular y por la actitud abominable del gobierno federal y los gobiernos estatales azules, se encuentra con un abanico de opciones para el castigo electoral completamente reducido. Un PAN ignorante, incompetente y cuasi-fascista; un PRD comandado por el fraudulento Chucho mayor, cuyo comportamiento en los gobiernos estatales se evidencia como un feudalismo posmoderno; una serie de partidos pequeños que prácticamente no figuran (aunque PT-Convergencia por su votación en el Distrito Federal y en algunos estados adquiere puntos por el efecto AMLO), y finalmente el PRI, el mayor sobreviviente de las coyunturas, que una vez más demuestra que su “ingeniería electoral” (léase entramado de corrupciones) es capaz de cachar las inconformidades con cada metida de pata de los demás colores.
Paradójicamente (o parajódicamente, como diría Doña Lupita), las oportunidades para el castigo electoral se ven limitadas por el mismo sistema que dio lugar en primera instancia, al disgusto de la ciudadanía. Y así, obtienen los caciques de nuevo la primera minoría parlamentaria, y eso, sin considerar la alianza con el Verde que les daría la mayoría absoluta. Volvemos al origen, no en el sentido temporal, sino hablando en términos de engranaje, de maquinaria: en el fondo siempre está el PRI.
Y allí, entre los reflectores, captado por todas las cámaras del duopolio televisivo comienza a brillar el copete del represor, aspirante tricolor a la silla presidencial, entre el tumulto de la ciudadanía enojada, que gracias al absentismo político abre de nuevo la caja de Pandora.
¿Será posible reventar las aspiraciones presidenciales del dinosaurio ofreciendo una opción verdaderamente diferente? Y si esto es posible, ¿será factible regurgitar, en los hechos, los cotos de poder retornados a los aferrados del sistema?
Estamos listos para todo