viernes, 9 de octubre de 2009

Ladillas - Altamirano, Domínguez, y Noroña

Ladillas

Altamirano, Domínguez, y Noroña

Por el Lic. Mefistófeles Satanás

Los PRIANazis se quejan porque “Noroña solo arma alborotos”. La imagen que tienen los PRIANazis del legislador es la del levanta dedos de los años gloriosos del PRI. O sea, el congreso era un rebaño sumiso y obediente a todas las órdenes del ejecutivo.

Si quieren legisladores que “no armen alborotos” y que “se dediquen a legislar”, todo con suma modernidad, pos váyanse al parlamento de Suecia o Noruega o que se yo. Tal vez los PRIANazis no lo entiendan pero México NO es Suecia. En México NO hay estado de derecho, hay estado de derecha, y no se respetan las leyes. En Suecia, hasta donde sé, las leyes son obedecidas tanto por las autoridades como por la ciudadanía. Si un legislador mexicano NO está denunciando los múltiples abusos de la autoridad que ocurren a diario, entonces, en mi opinión, solo se está haciendo pendejo.

El tipo de legislador combativo y valiente al que me refiero existió, por supuesto, antes de los setenta años del PRI. El que aquí les presentó vivió en el siglo XIX. Se llamaba Ignacio Manuel Altamirano.

Corría el año de 1881, Altamirano, gran erudito, humilde y valiente soldado raso en el ejército juarista, autor de varias obras extraordinarias que adornan las letras mexicanas (El Zarco, etc.), se desempeñaba como diputado en el congreso de la unión. Un viejo ex conservador, diputado, al cual la república había indultado y había permitido regresar a la política, denostó la figura de Juárez llamándolo “otro indio nefasto que, como todos los de su raza, han causado el atraso de México”.

Altamirano pidió la palabra y se expresó en estos términos. “Algunos de ustedes me conocen. Como ven, soy un indio, si, hasta acepto ser un indio feo. El señor diputado nos llama la causa del atraso de México. Pero, ¿se ha educado a los indios? ¿Cómo no van a ser, digamos la verdad, ‘retrógrados’, si viven todavía en el oscurantismo de la religión y no se les da ni siquiera instrucción primaria? ¿Puede negar el señor diputado que las ruinas indígenas atestiguan la grandeza de la raza mexicana, su elegancia, su ingeniería, y sus conocimientos científicos? Por favor, señor diputado, llámeme indio. Lo tomare como un gran honor. Tal vez usted y otros me contemplen desde lo alto de sus carruajes tirados por frisones, y me vean con vergüenza y digan: ‘he ahí la causa de nuestro atraso’. Yo, sin embargo, los veo desde lo alto de mi honradez y mi legítimo orgullo de ser indio.”

Como se imaginaran, para los del partido conservador, Altamirano era “un alborotador, un pendenciero, un golpeador”, pues repetidamente con su discurso punzante e irónico refutó e hizo ver ridículos a la derecha en el congreso. O sea, Altamirano era otro Noroña.

Fue Altamirano el que impulsó la educación laica, científica, y gratuita que existía en México hasta fechas recientes, antes de que los cristeros destruyeran ese gran legado. El mismo Justo Sierra lo consideraba su padre putativo y reconocía el gran esfuerzo que hizo Altamirano legislando para que la educación laica, científica, y gratuita se extendiera por toda la república. A su muerte, el periódico “Partido Liberal” escribió sobre él:

“…no se individualizó en ninguna de esas esferas limitadas de la acción humana, llegando á preponderar en ésta o en aquella, porque su espíritu expansivo le llevaba a la cátedra, á la tribuna, al periódico, al libro, á la batalla, á la escaramuza, a la guerrilla, a la historia, al arte, a la filosofía, a las ciencias naturales…”

El nacionalista portorriqueño Betances escribió sobre Altamirano: “Era Altamirano indio puro. Pertenecía á esa raza que algunos han dado en apellidar inferior, sin duda para ahogar la voz de la conciencia como bajo una mortaja, y poder con esa nota lúgubre condenarla sin piedad al exterminio; pero esa raza, dándoles el mentís más solemne, ha producido esta trinidad formidable: Juárez, Ramírez y Altamirano, continuadores sublimes de las glorias mexicanas…”

Y Guillermo Prieto, gran poeta, le dedicó estas líneas:

Quién eres tú? –Residuo de la raza
Que el desprecio y la miseria expira
A la que creen que el porvenir rechaza,
Y que es para ella la razón, mentira.
Vengo de la tiniebla y la pobreza,
De Cuahtémoc la sangre aliente el pecho,
Vengo a servir de escarnio a la nobleza
Y a vindicar al indio al derecho.

Ermilio Cantón, gran maestre de la logia masónica se expresa de esta manera sobre Altamirano: “"si queremos ser dignos del Maestro, es indispensable que le imitemos, es indispensable que no sólo seamos hombres de palabra, sino hombres de acción!"

En los pasos de Altamirano siguió el valiente chiapaneco, el doctor Belisario Domínguez, otro “hombre de palabra y de acción”. A raíz del golpe de estado que derrocó a Madero asumió la presidencia el traidor Huerta. Madero y Pino Suarez fueron asesinados por orden de Huerta a espaldas de Lecumberri. El doctor Domínguez, senador suplente por Chiapas, no se iba a quedar callado ante el crimen ocurrido. Domínguez dio varios discursos incendiarios contra Huerta, llamándolo abiertamente “asesino” (igual que Noroña hizo con García Luna). No faltaron los lambiscones que condenaron que Domínguez le faltara al respeto “al ejecutivo que fue ungido en su puesto con el aval de las instituciones”. El tirano, un miserable borrachin, reacciono con furia. La noche del 7 de octubre de 1913 unos esbirros arrestaron a don Belisario y lo torturaron inmisericordemente arrancándole la lengua con la que había hecho su denuncia.

Altamirano, Domínguez, y Noroña son el tipo de legislador y representante que el pueblo de México necesita y siempre produce en sus horas más negras. Afortunadamente la Tonantzin siempre ha logrado parir hombres probos que “imitan al maestro” y son también hombres de palabra y de acción.